Wichita State University

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Locations

  1. Martin H. Bush Outdoor Sculpture Col

    1. Howl

      Luis Alfonso Jiménez
      Howl, 1986
      Cast bronze

      Museum Purchase with Student Government Association funds

      Luis Jiménez has said about his art, “I want to create a popular art that ordinary people can relate to as well as people who have degrees in art. That doesn't mean it has to be watered down. My philosophy is to create a multilayered piece.”

      Howl certainly fulfills this desire. On one level, Howl explores the daily cycle of life and death that Jiménez witnessed on his ranch in Hondo, New Mexico. He saw his peacocks attacked by dogs, remains of animals hunted by hawks and other predators, and on one morning, a coyote that had been hit by a car. Although the car broke her back, she still struggled to walk, and he began conceiving of Howl as a celebration of her determination to live. Jiménez certainly treats the animal sympathetically; her emaciated form is exaggerated by the sculpture’s energetic surface, and she proudly lifts her head in defiant song.

      Howl's symbolism reaches beyond this surface level, however. Jiménez has also said that "…most of my work ends up being about predator-prey relationships, with Man just one more predator in the chain." To enhance this metaphor, Jiménez married the form of the coyote with that of the endangered Mexican Wolf. This ties Howl in to an earlier lithograph of a wolf howling at the moon, a symbol of anti-Vietnam War protest, according to Elizabeth Broun.

      However, as the son of Mexican immigrants who illegally crossed into Texas in the 1920s and did not become citizens until after his birth, his choice of the Mexican Wolf may also make an argument about the encroachment of European colonizers into the lands of indigenous peoples, many of whom, like the sinewy wolf in Howl, struggle to survive this incursion. Howl's visual qualities encourage this reading.

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      Luis Alfonso Jiménez
      Howl (Aullido), 1986
      Bronce fundido

      Compra del museo con fondos de la Asociación de Gobierno Estudiantil

      Luis Jiménez opina lo siguiente de su arte: “Quiero crear un arte popular con el que la gente común pueda identificarse, así como las personas que tienen títulos en arte. Eso no significa que tenga que ser simplificado. Mi filosofía es crear una pieza multidimensional".

      Howl ciertamente cumple con este deseo. En un nivel, Howl explora el ciclo diario de vida y muerte que Jiménez presenció en su rancho en Hondo, Nuevo México. Vio a sus pavos reales atacados por perros, restos de animales cazados por halcones y otros depredadores, y una mañana, un coyote que había sido atropellado por un automóvil. Aunque el auto le rompió la espalda, aún intentó caminar, y Jiménez comenzó a concebir Howl como una celebración de la determinación del coyote de vivir. Sin duda, Jiménez trata al animal con simpatía; su forma demacrada se ve exagerada por la superficie enérgica de la escultura, y levanta orgullosamente la cabeza en un canto desafiante.

      Sin embargo, el simbolismo de Howl va más allá de este nivel superficial. Jiménez también ha afirmado que "…la mayoría de mi trabajo termina siendo sobre relaciones entre depredadores y presa, con el hombre como un depredador más en la cadena". Para mejorar esta metáfora, Jiménez fusionó la forma del coyote con la del lobo mexicano en peligro de extinción. Esto vincula Howl a una litografía anterior de un lobo aullando a la luna, un símbolo de protesta contra la guerra de Vietnam, según Elizabeth Broun.

      Ahora bien, como hijo de inmigrantes mexicanos que cruzaron ilegalmente a Texas en la década de 1920 y no se convirtieron en ciudadanos hasta después de su nacimiento, su elección del lobo mexicano también podría plantear un argumento sobre la invasión de los colonizadores europeos en las tierras de los pueblos indígenas, muchos de los cuales, como el lobo en Howl, luchan por sobrevivir a esta incursión. Las cualidades visuales de Howl fomentan esta interpretación.